¿COMER A VOLUNTAD?
Hace sólo un par de días atrajo mi curiosidad la teoría de
un compañero de profesión, entrenador y preparador físico al que tengo en alta
consideración dado el acierto con el que trata numerosos temas relacionados con
el entrenamiento y la nutrición así como la meridiana claridad con que sabe
hacerlos accesibles a personas que no son especialistas.
En concreto su teoría versa sobre la capacidad propia e
intrínseca del ser humano para regular por sí mismo y sus sensaciones la
pulsión básica del acto alimentario. Se estaría refiriendo tanto a la selección
del alimento/s a ingerir como a la cuantía de consumo total.
La base sobre la cual sustenta esta teoría es de una lógica
irrebatible. ¿Cuándo y cuánto comer? Cuando se tiene hambre y tanto como se
necesite para saciar esa necesidad fisiológica.
A priori la respuesta a esta cuestión parece tan
aplastantemente lógica como plantearse la cuestión de cuándo uno ha de beber,
respirar o satisfacer cualquier otra necesidad biológica. En efecto nuestro
organismo posee los mecanismos necesarios para enviarnos señales de carácter
físico y químico en relación a la conveniencia de satisfacer toda necesidad
biológica.
Una teoría científica puede ser válida y tremendamente útil
no solamente cuando es contrastada en su totalidad sino también cuando puede
ser contrastada sólo parcialmente como pienso que es el caso.
Abordaré la idoneidad de este tipo de conducta alimentaria
desde dos puntos de vista. El circunscrito al deportista (culturista o
cualquier otro deporte) y el extendido al común poblacional no deportista.
1. EL DEPORTISTA
El deportista pretende objetivos que distan mucho del
respeto a la fisiología natural de la que hemos sido provistos. Nuestro
organismo no esta diseñado para funcionar de manera óptima con un 5% de grasa
corporal (muchísimo menos el de la mujer), ni para realizar numerosas y
cíclicas extensiones de rodilla y cadera bajo una barra cargada con 150kg ni
para correr los 100m en menos de 11’’
Por supuesto la fisiología del deportista es una fisiología
alterada a conveniencia de manera totalmente artificial. Se precisa de un
entrenamiento específico (método artificial) que induzca una serie de
adaptaciones de carácter físico y fisiológico que luchan contra nuestra
homeostasis elevando nuestra capacidad de trabajo y de tolerancia a éste.
Pretender un entrenamiento instintivo que respete nuestra
sensación de cansancio o de cuándo y cuánto entrenar es algo bastante
irracional dado que si respetamos las señales que nos envía nuestro cerebro
muchas sesiones de entrenamiento finalizarían en nuestro sofá…
Forzamos la implicación extrema de unas capacidades físicas
naturales (fuerza, resistencia…) a través de un método artificial
(entrenamiento) que las pretende elevar a mayores niveles. Y ésto no lo
conseguimos respetando nuestras sensaciones fisiológicas…
Del mismo modo podemos entender que no podemos guiarnos por
lo “natural” de nuestras sensaciones fisiológicas vinculadas al acto
alimentario para construir un físico “sobrenatural”
Más de uno estaréis pensando… bueno yo llevo 15, 20, 25 años
entrenando y siguiendo dietas y sé perfectamente cuándo debo entrenar, cuánto y
también cuándo he de comer y cuánto.
Perfecto, ciertos atletas pueden llegar a
un dominio tal de sus sensaciones respecto a entrenamiento y alimentación como
para poder gestionar de manera instintiva su preparación. Pero ésto no
significa que estén respetando su “instinto fisiológico natural” de tolerancia
al estrés/esfuerzo y hambre/saciedad sino mas bien que son capaces de respetar
su instinto en relación a un proceso artificial adquirido y aprendido a lo
largo de muchos años.
2. COMÚN POBLACIONAL
Hemos visto que el deportista organiza unos medios como son
el entrenamiento y la alimentación de manera artificial para obtener un
resultado también artificial a expensas de no respetar su fisiología “de serie”
Bien… ¿pero qué pasa si nos referimos al común poblacional?
Sin contemplar variables referidas a la artificialidad que comporta la
consecución de un objetivo deportivo o una serie de adaptaciones suprafisiológicas?
¿Estamos realmente preparados para comer a voluntad siendo
capaces de mantener el peso y obtener un equilibrio y estado nutricional
óptimo?
Por lo que se refiere al equilibrio energético comparto y
disiento. Por una parte existen numerosos estudios para valorar la evolución
del peso corporal en personas con alimentación ad líbitum (a voluntad) en los
que se aprecia como después incluso de periodos de larga restricción llega un
momento en el que ellos mismos regulan a la baja su ingreso calórico, pasando
de ingerir hasta 10.000kcal los primeros días a sólo unos cientos de kcal al
día con la misma libertad y disposición de selección de alimentos. Ésto sugiere
y apoya la teoría de que tenemos un “alimentostato” tal y como sugiriera el
antropólogo Marvin Harris y ahora ya sabemos a ciencia cierta que nos induce a
comer más o menos según nuestro estado nutricional, nivel de grasa corporal y
el nivel de una serie de hormonas, péptidos, neurotransmisores etc
El problema es que este “alimentostato” o lo que es lo mismo
esta percepción propia y fisiológica de cuándo y cuánto comer no es igual para
todo el mundo. Es el motivo por el cual algunas personas parecen no necesitar
comer y otras parecen no llenarse nunca. Excluímos desórdenes de tipo metabólico
y condicionantes culturales.
Mi teoría personal es que estamos programados para comer y
para tender siempre a la búsqueda de un ligero superávit calórico como simple
adaptación evolutiva a lo largo de nuestra historia.
La disposición actual que tenemos de comida es algo
sumamente reciente. La mayor parte de nuestra historia (considerando la
aparición del Homo Sapiens y los 200 a 160.000 años que lleva sobre la tierra)
alimentarse ha constituido un acto de completo privilegio que cabía aprovechar
y muy bien.
Parece claro que el Homo Sapiens cazador no dosificaba lo
que comía y cuando lo hacía tal como lo hace el resto de animales cazadores
satisfacía su necesidad de alimento de manera sobredimensionada ingiriendo toda
la carne y grasa posible dada la incertidumbre de cuándo podría volver a comer.
Sin embargo el Homo Sapiens recolector y agricultor
sedentario también sufría el rigor del hambre ya que su alimentación estaba
sujeta a los periodos de maduración durante los cuales los frutos aún no
estaban listos para la cosecha y los de recogida en los que satisfacían un
hambre atrasada…
En definitiva todo nos induce a pensar que la selección
natural ha favorecido la supervivencia de los individuos con una mayor
capacidad de ingesta, acúmulo de grasa corporal y rápida percepción del hambre.
La combinación de este fenotipo con la libre y fácil
disposición de comida actual resultan en una mezcla completamente explosiva.
Veo muy difícil que en completa disposición de alimento el
común poblacional regule su ingreso calórico de manera equilibrada a lo largo
del tiempo. Porque lucha contra su fenotipo y contra lo que ha sido natural
durante milenios para nuestra especie, las fluctuaciones de peso cíclicas según
periodos de abundancia y de escasez alimentaria.
En cuanto a depositar confianza en la teoría de “Comer a
voluntad” para cubrir nuestro equilibrio nutricional o lo que es lo mismo ser
capaces instintivamente de una selección idónea de nutrientes si que disiento
totalmente.
El hecho de que el ser humano sea omnívoro no garantiza en
modo alguno que de manera instintiva sea capaz de seleccionar el mejor
repertorio de alimentos para alcanzar un equilibrio nutricional óptimo tal como
me lo demuestra continuamente la llegada de alumnos que se alimentan
exclusivamente a base de Haagen dazs, pizzas o bollería industrial con completa
exclusión de su dieta de cualquier tipo de vegetal o verdura, pescados etc sin
por supuesto sentir la necesidad de incluirlos…
Es cierto que en caso de acumular un déficit severo respecto
a proteínas, algún tipo de ácido graso o múltiples vitaminas y minerales
nuestro organismo nos avisa, sin embargo no sucede de manera inmediata y a
menudo sólo nos damos cuenta cuando vemos la manifestación clínica de ese
déficit (la cual tarda en llegar) pero no nos damos cuenta en toda la fase de
manifestación subclínica.
Como sucedía con el entrenamiento puede haber personas que
con los conocimientos y la práctica adquiridos a lo largo de años sepan
alimentarse de manera equilibrada pero no significa que hayan sido capaces
finalmente de respetar su necesidad fisiológica real sino mas bien que son
capaces de respetar su necesidad fisiológica adquirida y aprendida.
Conclusión
La teoría de “comer a voluntad” efectivamente respeta
nuestra fisiología natural el problema es que si somos deportistas luchamos
contra el respeto a esa fisiología de la cual hemos sido provistos
genéticamente y si no somos deportistas pero queremos un estado nutricional
óptimo sostenido en el tiempo del mismo modo hemos de acudir a un patrón de
conducta alimentaria totalmente artificial, aprendido y adquirido.
Andrés Alonso
Licenciado en
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (Colegiado nº 22.552)
Preparador Personal Especializado en Nutrición y Dietética Deportiva de alto nivel
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